No aún.

Estamos en el cuarto donde no existen los celos, el amor ni el tiempo, ajenos de ser lo que podríamos ser si fuésemos un poco normales y reales absolviéndonos para empezar de nuevo el ritual. Sentado frente al espejo observandote y en tu cabeza preguntando quien te convirtió en lo que eres sueltas un suspiro que llama mi atención, te miro y tu hermoso rostro logra provocarme, desearte mas y mas invadiendome de ganas de distraerte, de hacer que vueles conmigo y no sin mi, ganas de tomarte como nunca acostumbro con esa melodía en mi cabeza que me hace vibrar cada vez que la recuerdo incitando a mis manos a volverse inquietas dejándose llevar tocandome inevitablemente. No soporto mas, me dirijo hacia ti, acaricio tu rostro, te tomo de la mano y dirijo nuestros pasos hacia el mueble del respeto mutuo, te siento y me alejo un poco de tu cuerpo, toco mi cabello, comienzo a mover mi cuerpo suavemente de un lado a otro, coloco mis manos en mi cuello y bajo tranquilamente hasta llegar a mis senos cubiertos con mi prenda favorita, voy a mi cintura y quito las ataduras que no te permiten ser y que tanto te molestan dejando todo al descubierto. Bailo haciendo el amor solo para ti, mientras, me acerco tocando todo tu cuerpo, me observas y para no perder tu atención subo un pie a la cama que poco a poco llega a tu cuello, mi boca rosa tus labios, tus manos necesitan de mi, me toman por la espalda rasgándola queriendo inclinar el deseo, pero no lo permito debido a que no es el momento, no aún.
Me alejo y comienzo de nuevo a bailar sin perderte de vista, siento brazos rodeándome cuando en realidad soy yo misma imaginando que tu están en mi, seducción pura la que me brindas con mirarme de esa manera, escuchar tu respiración agitada me reviva y decido terminar con mi deliciosa tortura, quiero tenerte pero cuando ya me he decidido el espejismo termina dejándome ver solo la cafetería en la que sigo deseándote.